Mitos, leyendas y anécdotas rodean a muchas plazas de la ciudad. Una historia particular rodea al Parque Las Heras y que muy pocos conocen o saben de ella. En donde hoy se encuentra este gigantesco espacio verde hace menos de 50 años existía una de las cárceles más importante de la Ciudad de Buenos Aires. Allí se levantaba una penitenciaria que incluso ocupaba un área mayor a la actual plaza.
En esa cárcel fue director el padre de Roberto Petinatto quien permitió que los presos fueran llamados por su nombre, cosa que estaba prohibida. También alojaron en ese lugar al famosos asesino conocido como el “el petiso orejudo”. La penitenciaria fue en 1962 después de 130 años de vida para que allí se levante el actual parque.
En este lugar, donde hoy juegan chicos y en donde adolescentes se acercan a tomar unos mates o disfrutar del sol cada fin de semana, se inició la sublevación militar del General Juan José Valle en junio de 1956 contra el gobierno de Pedro Aramburu. El levantamiento fue derrotado y Valle no solo detenido en la cárcel que allí se levantaba sino que además fue fusilado en al autodenominada Revolución Libertadora.
En toda plaza de cualquier ciudad del país es común encontrar monumentos o plaquetas recordatorias de algún prócer o momento de la historia nacional. Esto es un uso habitual que se le dan a los parques, ya sea por la clase dirigente o alguna organización social. Lo curioso es que en el Parque Las Heras no se levanta ningún monumento a pesar de ser uno de los espacios verdes más grande que debe haber en la ciudad porteña. El único homenaje que existe es una plaqueta a la muerte del Gral Valle tras su muerte en el levantamiento de 1956. Pero esta se pierde en la inmensidad del parque y resulta inapercibida por las personas que la recorren.
Lo interesante es que allí donde en el pasado había una cárcel y levantamientos armados, hoy en el presente, se levanta una escuela primaria (donde el ultimo domingo se votó) y una iglesia. Además cada fin de semana se realizan torneos de fútbol y actividades físicas y espirituales. También existe una pista de patín y se alquilan coches eléctricos para los más chicos.
En esa cárcel fue director el padre de Roberto Petinatto quien permitió que los presos fueran llamados por su nombre, cosa que estaba prohibida. También alojaron en ese lugar al famosos asesino conocido como el “el petiso orejudo”. La penitenciaria fue en 1962 después de 130 años de vida para que allí se levante el actual parque.
En este lugar, donde hoy juegan chicos y en donde adolescentes se acercan a tomar unos mates o disfrutar del sol cada fin de semana, se inició la sublevación militar del General Juan José Valle en junio de 1956 contra el gobierno de Pedro Aramburu. El levantamiento fue derrotado y Valle no solo detenido en la cárcel que allí se levantaba sino que además fue fusilado en al autodenominada Revolución Libertadora.
En toda plaza de cualquier ciudad del país es común encontrar monumentos o plaquetas recordatorias de algún prócer o momento de la historia nacional. Esto es un uso habitual que se le dan a los parques, ya sea por la clase dirigente o alguna organización social. Lo curioso es que en el Parque Las Heras no se levanta ningún monumento a pesar de ser uno de los espacios verdes más grande que debe haber en la ciudad porteña. El único homenaje que existe es una plaqueta a la muerte del Gral Valle tras su muerte en el levantamiento de 1956. Pero esta se pierde en la inmensidad del parque y resulta inapercibida por las personas que la recorren.
Lo interesante es que allí donde en el pasado había una cárcel y levantamientos armados, hoy en el presente, se levanta una escuela primaria (donde el ultimo domingo se votó) y una iglesia. Además cada fin de semana se realizan torneos de fútbol y actividades físicas y espirituales. También existe una pista de patín y se alquilan coches eléctricos para los más chicos.
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